domingo, 8 de mayo de 2011

EL HOMBRE ELÁSTICO


No me gusta el circo, me hace sentir normal y sedentaria. Pese a esta animadversión por los animales enjaulados, los personajes pintorescos y el colorido de las carpas, fui convencida y arrastrada a visitar el “Gran Circo Estupendo y Bailarín de Vladivostok”. Fue en ese lugar dónde conocí a Roscov Mollmatre.
Roscov Mollmatre, célebre contorsionista Ruso de origen Afgano y nacido en Almería, era la estrella principal del citado circo. Como estupendo contorsionista corporal, su mayor habilidad era introducirse partes del cuerpo en la boca des de diversos ángulos y variando la profundidad. Su número principal, el más vitoreado y esperado, era el momento en el que se introducía su único pié por el orificio bucal a la vez que hacía hablar a su marioneta Andrés. Cantaba bonitas canciones medievales a la vez que se comía las uñas de su pié, precioso. Mi tema favorito era “Deja que los monjes se acerquen a mí” y Andrés lo cantaba con soltura y pasión. Como es de esperar, no pude resistirme a sus encantos y me dirigí a su encuentro al finalizar la función para entregarle mi alma.
Roscov Mollmatre respondió satisfactoriamente a mis insinuaciones y, después de comernos un emparedado de atún en el exterior de su caravana me declaró su amor incondicional. Su inminente marcha de la ciudad agilizó nuestra relación y un par de emparedados más tarde me pidió matrimonio. Acepté y fui presentada a la familia Mollmatre al completo. Conocí a su madre, el enano barbudo que, pese a ser muy mujer, tenía una amplia gama de dotes masculinas cubiertas como la capacidad para deletrear Chimpancé. Me encantaba la señora Mollmatre, o Pilar, como le gustaba que yo la llamara. Intercambiamos momentos de confidencia hablando de su difunto marido, Petrov. Ese hombre era casi tan espectacular como su hijo, ya se sabe, de tal palo tal astilla. Pilar y yo compartimos nuestro amor por los machos Mollmatre y el ventrilocuismo hasta el final de nuestra relación.
Roscov tenía también dos hermanas gemelas de enormes gemelos. Las hermanas Mollmatre se hicieron un nombre en el mundo del circo como cascanueces humanos. Con sus enormes perniles habían creado un número con un sinfín de frutos secos de temporada. Los cascaban al ritmo de la música interpretada por el mono Parnasus el Limpio y los repartían al final de cada función, era todo un éxito. Las hermanas Mollmatre tenían un lema que no se cansaban nunca de repetir: “Unos grandes gemelos siempre dan felicidad al público y la comida, más”.
El mono Parnasus el Limpio jugó un papel importante la noche en que Roscov me pidió matrimonio. Roscov y Parnasus el Limpio se pusieron sus mejores galas. Roscov lo montó cual príncipe monta a su corcel y se dirigió a mi decididamente. El gran Mollmatre me ofreció un bonito anillo de manos de Parnasus el Limpio y usando a Andrés, me interpretó un bonito tema creado para la ocasión: “Oh bella mujer, flexibilízate conmigo hasta que la muerte nos separe”. Yo acepté, por supuesto, e hice unas piruetas recientemente aprendidas.
Pero como toda bonita historia de amor, se truncó de manera repentina y trágica. Todos sabíamos que su afán por flexibilizarse cada vez más acabaría mal, pero no tanto. En una mezcla de pasión y descuido, quiso llevar al límite sus aventuras con Andrés y murió intentando un número complejo de malabares, flexiones y ventrilocuismo.
Des de ese momento abandoné el circo, me despedí de mi familia circense y acepté la evidencia de la situación: Roscov no volvería, al menos no antes de mi muerte y a mi no me gustaba el circo. Esta profunda reflexión me llevó a tomar una actitud adulta y sensata: disimular y alejarme en silencio, vender el anillo, hacer como si nada hubiera pasado y reiniciar mis aventuras amorosas con hombres de dos piernas.

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