viernes, 6 de mayo de 2011
EL HOMBRE MUSICAL
Hay hombres muy guapos, muy musicales y muy machos como Rocoso Entremig.
Conocí a este portento humano una madrugada impar. La belleza de Roscoso Entremig me abrumó des del primer momento en el que lo ví y, debido a un sinfín de cuestiones hormonales y gástricas decidí sonreír cuando se acercó a mi.
Rocoso Entremig era, y por desgracia sigue siendo, parte de un grupo de mariachis en gira eterna por la costa este española. Su instrumento era la vihuela, una guitarrilla ridícula cuyas producciones sonoras nada tienen que ver con la música. Era un hombre muy guapo y tenia todo lo que una mujer puede desear : ojos, boca, piernas y un gran talento para interpretar cielito lindo y querido.
Nació en Bellpuig una noche de invierno. Salió por su propio pié del vientre materno, acto del que su madre presumiría eternamente ante sus amigas diciendo: Rocoso es muy espabilado, siempre supo nacer muy bien.
Rocoso siempre quiso ser mariachi. Esto de ser mariachi, decía él , lo tienes que llevar dentro. Se esforzó des de muy pequeñito para adquirir un buen acento mejicano y tocar la vihuela. Rocoso Entremig, siendo consciente de su belleza abrumadora decidió compartirla con el mundo y se lanzó a la televisión. Apareció en alguna serie nacional interpretando, en el mismo registro, a varios apuestos músicos mejicanos en busca de mujeres, fortuna y fama. A pesar de la fortuna, la fama y el amor (todo en cantidades asquerosas) la vida de Rocoso no era plena, él quería ser un verdadero mariachi. Fué entonces cuando, haciendo uso del dinero que había cosechado del fenómeno televisivo consiguió realizar su sueño más preciado: fundar su propio grupo de mariachis con unos compañeros del Vendrell. Les compró los instrumentos y les enseñó los clásicos de los mariachis. Se auto bautizaron “Los Mariachis de apié tocan” y su momento álgido fue la publicación de la trilogía de la música profunda: “los mariachis tocan suave”, “los mariachis también tocan duro” y “los mariachis cantan”.
En el momento en el que lo conocí, Rocoso Entremig estaba disfrutando al máximo de su carrera y vida. Estaba cantando “las rosas como tú plantan semillas de amor” cuando de repente, olvidé todo lo que sabía de música y me rendí a los ritmos acompasados de su vihuela. A partir de ahí todo fue pasión y asco. Era un hombre muy atrevido y elástico, con lo cual compensaba su nefasto sentido musical. Rocoso era un amante entregado y muy muy hombre. Como todas las parejas tuvimos algunas crisis. La más intensa fue aquella en la que le insinué que no era lo suficientemente rubio para mi. Creo que con eso lo lanzé a los brazos de esa otra mujer, Angela Mir Espunyet, actriz de anuncions y cantante de salón.
Nunca más supe de Rocoso pero guardo con cariño el unico original que compuso, inspirado en mi: Entremig disfruta del amor en las noches de calor. Me encanta la rima.
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